CRITICA EL MOLINO Y LA CRUZ (78%)


   Su pistoletazo de salida lo puso el Festival de Sundance en enero del año pasado. Luego vendrían otros como el de San Francisco, Nueva York, Río de Janeiro o Toronto. Previo a esta navidades podremos ahora en España disfrutar del estreno de “El molino y la cruz” donde el director polaco Lech Majewski (Wojaczek, Angelus, Metaphysics) firma uno de sus proyectos más ambiciosos a nivel formal donde mediante las técnicas digitales de última generación, la preciosista fotografía a cargo también de Lech junto a Adam Sikora y el diseño de vestuario de Dorota Roqueplo (Moj Nikifor, Prowokator) se intenta buscar que historias esconden algunos de los personajes que se pueden ver en el famoso cuadro “Camino al calvario” del pintor flamenco Pieter Brueghel.

   En este ejercicio cinematográfico el tratamiento que se le ha dado a la imagen es sencillamente genial. Es difícil identificar donde comienza el lienzo y donde el cine. Los interiores, con una iluminación por campos, compone cada uno de los planos como cuadros en si mismos mientras que los exteriores con una luz mucho más difuminada buscan crear un velo de misterio que nos hace dudar si es real o no lo que vemos. El vestuario persigue exagerar la arruga, sobre todo en el caso de las mujeres, creando texturas similares a los cuadros de la época. La composición de interiores busca constantemente puertas o ventas como puntos de fuga y en exteriores la máxima profundidad de campo.

   Es una película que se saborea con los ojos y por ello los diálogos sobran o son escasísimos y la música prácticamente es nula. Caras pocos conocidas conforman un reparto pero tampoco las necesita. Rutger Hauer (Blade Runner, Batman begins) como el pintor Pieter de mirada penetrante que observa a su alrededor y dibuja. Michael York (Austin Power, La fuga de Logan) que interpreta al mecenas de Pieter. Charlotte Rampling (Melancolía, Veredicto final) como la Virgen María.

   Cierto es que nos encontramos con una película no apta para un público masivo y de ahí que allá querido utilizar anteriormente el término “ejercicio cinematográfico”. No es ni mucho menos perfecta. De hecho pienso que en determinadas ocasiones peca de ser extremadamente pasiva, emotiva, poética o si se quiere llamar estática pero esto que tenemos aquí son trabajos muy minoritarios, que usan un discurso que pocas veces se ve, en este caso lleva la idea de “el autor dentro de su obra hasta el límite”, que es complicado poder verlo en pantalla de cine y uno a veces le pide a la cabeza/corazón encontrarse cosas valientes como esta. Un regalo para los amantes de las artes plásticas. Cualquiera de ellas.

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