CRITICA GOLPE DE EFECTO (63%)



   Desde 1993 con, la excelente, En la línea de fuego (Wolfgang Petersen), Clint Eastwood no se limitaba a actuar y delegaba las labores de dirección en otra persona que no fuera él; y desde 2008 con la sublime Gran Torino no aparecía delante de la pantalla simplemente…actuando.

   Eastwood es una estrella de cine. Estrella, en el más clásico sentido de la palabra y de la acepción cinematográfica del término. Es uno de los pocos actores/directores vivos capaces de crear un personaje con miradas, gestos y sonidos guturales (gruñidos) y desmontarlo, darle dimensionalidad, con mirarle a los ojos. El ojeador de beisbol Gus Lobel, que compone en esta ocasión, es una variación de su sublime Walt Kowalski (Gran Torino) y una evolución de los personajes que ha estado interpretado a lo largo de su carrera.

   Golpe de Efecto, ópera prima de Robert Lorenz, colaborador habitual de Eastwood en labores de producción y dirección, no es una película brillante. Sobretodo, porque Lorenz no tiene el pulso necesario para guiar a los personajes por la película con la fluidez que sería necesaria, como si hacía Alexander Payne en la genial Los descendientes, y el guion (obra del también debutante Randy Brown) peca de una simpleza (que yo diría viene por un problema de escritura de guion), en la que determinados personajes son caricaturizados (como el personaje de un gran Matthew Lillard) o no se desarrollan como deberían (el caso del papel de Timberlake).

   Lorenz delega todo el peso de la película en los actores. Desde la siempre maravillosa Amy Adams (La duda, Encantada: la historia de Giselle,  The fighter), la cual es ya una de las mejores actrices de Hollywood; el injustamente valorado Justin Timberlake (Bad teacher, In time, La red social, Open range), casi todos los papeles que elige le hacen mejor actor; como los secundarios Robert Patrick (D-Tox, Terminator 2), Chelcie Ross (El último Boy scout), Raymond Anthony Thomas (Shutter Island) y el siempre eficaz John Goodman (El bar coyote, Fallen) rodean al genial Eastwood. El octogenario director demuestra, una vez más, que es un actor formidable capaz de manejar una película con una vigorosidad, y versatilidad,  digna de elogio (la escena del cementerio o los enfrentamientos con Adams son sublimes).

   Pese a las imperfecciones en la forma (y el calco del personaje de Eastwood con el de Gran Torino) el fondo de la película es maravilloso (sólo por escucharle en versión original merece la pena esta cinta). A medio camino entre Moneyball (Bennett Miller) y la citada Gran Torino, Golpe de efecto es una delicia para los sentidos.
 

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