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2012
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CRITICA REALITY (59%)
Matteo Garrone (Primo amore, Gomorra) rompe drásticamente con el cine de gánsteres que le abrió las puertas a los ojos del mundo cinematográfico, con la adaptación de la novela de Roberto Saviano, Gomorra.
Garrone recurre a un retrato social, costumbrista, (neo)realista de la Nápoles actual (aquella en la que también transcurría Gomorra) en la que el poder de la televisión y en especial el de “Gran hermano” alienan a los habitantes como antaño hacia la pomposidad y el exotismo del mundo gansteril.
Curiosamente en una película tan “pequeña” como ésta Garrone se deja llevar por caminos que no domina (los largos planos secuencia, los planos con stedycam, el neorrealismo…) y eso hace que el conjunto empobrezca los grandes detalles con los que cuenta la película. El principal es la interpretación del novel Aniello Arena (encontrado por el director en una cárcel) que interpreta con pasión y vigorosidad su papel haciendo que el resto del reparto (también noveles en su mayoría) se contagien de esa “profesionalidad” y buen hacer.
Sin ser redonda, es una gran película que demuestra la fuerza con la que Garrone es capaz de manejar los personajes que caen en sus manos y el pulso que tiene para dirigir a actores “no profesionales”. Un soplo de aire fresco en el cine actual que cae en una vacía y simple lección de moralidad sobre los efectos negativos de la televisión en la gente.
Garrone recurre a un retrato social, costumbrista, (neo)realista de la Nápoles actual (aquella en la que también transcurría Gomorra) en la que el poder de la televisión y en especial el de “Gran hermano” alienan a los habitantes como antaño hacia la pomposidad y el exotismo del mundo gansteril.
Curiosamente en una película tan “pequeña” como ésta Garrone se deja llevar por caminos que no domina (los largos planos secuencia, los planos con stedycam, el neorrealismo…) y eso hace que el conjunto empobrezca los grandes detalles con los que cuenta la película. El principal es la interpretación del novel Aniello Arena (encontrado por el director en una cárcel) que interpreta con pasión y vigorosidad su papel haciendo que el resto del reparto (también noveles en su mayoría) se contagien de esa “profesionalidad” y buen hacer.
Sin ser redonda, es una gran película que demuestra la fuerza con la que Garrone es capaz de manejar los personajes que caen en sus manos y el pulso que tiene para dirigir a actores “no profesionales”. Un soplo de aire fresco en el cine actual que cae en una vacía y simple lección de moralidad sobre los efectos negativos de la televisión en la gente.
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