LA MALDICIÓN DE ROOKFORD

ESTRENO 27/04/2012

   La Primera Guerra Mundial dejó consigo, además de los soldados muertos en combate, mucha otra que falleció debido a múltiples enfermedades como la gripe. Es entonces cuando la gente buscó en el espiritismo una forma de contactar con los más queridos. Florence Cathcart, defiende que todo esto es más que un engaño para sacar el dinero a la gente, habiendo publicado un libro al respecto. Decide viajar hasta una vieja mansión que ahora hace las veces de orfanato para intentar explicar, con la ciencia en la mano, la aparición de un fantasma.

   Cuando en 2005 se estrenó El Exorcismo de Emily Rose parecía que iba a ser otra más de posesiones demoníacas pero no fue así, ya que a parte de contar con los siempre solventes Tom Wilkinson (Michael Clayton, Full Monty) y Laura Linney (Love Actually, Mystic River) se movía hábilmente por una línea muy delgada que separaba una típica película de exorcismos con otra de juicios. La combinación de ambos géneros nos dio una cinta con un desarrollo más o menos original en el que ciencia y fe se veían la caras en los tribunales. Después vino Sleepy Hollow en la que Ichabod Crane (Johnny Depp) interpreta a un joven que viaja a una remota aldea para explicar mediante la ciencia la aparición de una fantasma decapitado. Estos dos títulos sirven para explicar que el punto de partida que aporta el guión que escribe Nick Murphy (siendo este además su debut como director en un largometraje después de trabajar en la pequeña pantalla) y Stephen Wolk (ganador del BAFTA por el cortometraje The Deadness of Dad) no aporta nada o casi para aquellos que hayan visto los títulos mencionados. Entre esto y que la realización es bastante convencional (una o dos escenas se salvan entre la que destaco esa en la cual la protagonista observa a través de las ventanas de una casa de juguetes) poco son los alicientes que levantan la película, a excepción de la brillante fotografía del español Eduard Grau (Buried, Un Hombre Soltero) tanto en interiores como en los hermosos paisajes anglosajones donde se rodó la película y el clímax que resuelve la cinta consiguiendo levantar el ánimo del espectador frente a los convencionalismos típicos del género ante los que ha sido expuesto. Un final sorprendente, no lo discuto, pero un tanto inverosímil y mezcla de otros títulos que no nombraré por el tema de los spoilers.

   Normalmente en este tipo de cintas si construyes un personaje más o menos ambiguo saldrás bien parado. Por ejemplo, la hemos visto en papeles más o menos secundarios y ahora Rebecca Hall (The Town, Vicky Cristina Barcelona, El Truco Final) construye un personaje que sin ser muy interesante (¿a cuento de que viene la escena de la ducha en un intento absurdo de parecerse a Psicosis o la escena de la violación?) hace que sea más o menos creíble en su conclusión final. La nominada al Oscar Imelda Stauton (El Secreto de Vera Drake) hace una interpretación que parece una prolongación de Vera Drake, es decir, “escondes algo pero no se que” lo mismo que Dominic West (300, The Wire) y el chavalín de la serie de televisión Juego de Tronos, Isaac Hempstead, está.

   La semana pasada se estrenó La Mujer de Negro del mismo género y me llama la atención porque si bien esta cinta tiene un desarrollo llamativo (fantástica puesta en escena) y un final tan insulso que descompone todo lo sembrado con anterioridad, ahora ocurre totalmente a la inversa. Un desarrollo más o menos convencional para llegar a un final que, al menos, son de los que dan para conversar a la salida del cine.

F.J (@Rocabay)

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